sábado, diciembre 02, 2006

Personajes femeninos en la literatura: el dolor de la miseria


Mujer con alcuza

¿Adónde va esa mujer,
arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?
Acercaos: no nos ve.
Yo no sé qué es más gris,
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza,
o si el paisaje desolado de su alma.
Va despacio, arrastrando los pies,
desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada
por un terror
oscuro, por una voluntad
de esquivar algo horrible.
Sí, estamos equivocados.
Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes [...]

Dámaso Alonso, poeta y filólogo, nacido en 1898.



Era alta y un poco encorvada; su cuerpo, roto por un trabajo incesante y los malos tratos de su marido, se movía sin ruido, ligeramente ladeado, como si temiera tropezar con algo. El ancho rostro surcado de arrugas, un poco hinchado, se iluminaba con dos ojos oscuros, tristes e inquietos como los de la mayoría de las mujeres del barrio. Una profunda cicatriz levantaba levemente la ceja derecha, y parecía que también la oreja de ese lado era más alta que la otra; tenía el aire de tender siempre un oído alerta. Las canas contrastaban con el espeso pelo negro. Era toda dulzura, tristeza, resignación...

(Máximo Gorki está considerado como el iniciador de la escuela soviética del “realismo socialista”. De origen muy humilde fue un claro ejemplo de formación autodidacta. Describe con crudeza la miseria y el sufrimiento de las clases bajas de la Rusia de los Zares).

Dos textos retratan sin paliativos una constante social y literaria: la mujer explotada, agotada a los 40, cuando gracias a cualquier divinidad o a este precario estado del bienestar todavía las mujeres a esa edad somos jóvenes y atractivas. Durante mucho tiempo, la mujer ha sido relegada, y se ha relegado a sí misma, a un único papel ajeno a su persona: hija, hermana, esposa, madre. Como madre, tía, abuela, etc., solo les quedaba el trabajo, la resignación. A una edad en la que el hombre era todavía el seductor, o si no tenía posibles físicos, el comprador de sexo, tácita o explícitamente, la mujer ya estaba derrotada. Por la miseria, por el trabajo, por la educación en el sacrificio, por la sumisión, por la negación tradicional de sus apetitos sexuales, su única misión ya en esta tierra era el papel de esclava. Por cada segundo de servidumbre que soportaba el hombre, más continuo era el de la mujer. Para ella no había desahogo, ni en los burdeles, ni en las tabernas. La pobreza caía sobre ella y sobre sus hijos, como una losa. Así sigue ocurriendo en muchos lugares del mundo, hoy en día. La mujer, a partir de los 40, en la literatura y en las clases sociales más bajas, ha sido casi siempre una víctima. Y una víctima que jamás parece lamentarse de su suerte: "era toda dulzura, tristeza, resignación...". Esta frase es casi una constante, es la realidad pero es también lo que se espera de estas mujeres, viejas y doloridas.
(Pinchando en los títulos podéis leer los textos completos)

1 comentario:

Juana G. Linares dijo...

Maravilloso texto de Dámaso Alonso que refleja la desesperación de esa mujer buscando en un tren de la vergonzosa posguerra española a sus seres queridos. Es el paralelo de esa mujer del "Guernica" de Picasso que aparece con grito desgarrado introduciendo su brazo por una ventana buscando a alguien.