sábado, abril 28, 2007

¿Los países nórdicos más violentos contra las mujeres?

La prensa nos sorprende hoy con una noticia sobre la Violencia Contra las mujeres en Europa. Según el informe presentado en el I Congreso Internacional contra la Violencia de Género, celebrado estos días en Valencia, LOS PAÍSES NÓRDICOS EN CABEZAN LA LISTA DE MUJERES MUERTAS POR MALTRATO. De ellos, los peores son Finlandia y Suecia. España está a la cola en cuanto al número de muertas. Las razones de esta situación, a pesar de una mayor sensibilización masculina hacia el tema, se debe, según el informe, al “excesivo consumo de sustancias tóxicas como el alcohol”. Al parecer, entre un 40 y un 50% de mujeres de países como Finlandia, Suecia y Alemania ha sido víctima de la violencia por parte de algún hombre.

Este dato reafirma la idea de que la violencia contra las mujeres no está relacionado con un menor nivel sociocultural de los/las implicados/as. ¿La única explicación posible es la relación con el consumo de productos que “desinhiben y hacen que no haya frenos morales”?

jueves, abril 26, 2007

Personajes masculinos en la literatura: Orestes y Hamlet

Son dos historias, una de ellas leyenda, la otra absolutamente ficticia, separadas por más de dos mil años. Orestes en sí no supone un prototipo, pero tiene su secuela y reflejo: Hamlet. Orestes fue retratado magistralmente por Esquilo en el siglo V a.C., en su trilogía trágica La Orestía. Hamlet fue personaje creado por Shakespeare en la tragedia del mismo nombre, en el siglo XVI. Si los argumentos de ambas obras presentan claras concomitancias, sus protagonistas comparten claramente un mismo carácter.


En la mitología griega Orestes fue el único hijo varón de Agamenón y Clitemnestra.

Según la historia homérica Orestes estaba ausente de Micenas cuando su padre volvió de la Guerra de Troya y fue asesinado por el amante de su esposa, Egisto. Ocho años después Orestes volvió de Atenas y vengó la muerte de su padre asesinando al amante de su madre. Orestes fue salvado por su hermana Electra, que le sacó del país cuando Clitemnestra quería matarle. Huyó al monte Parnaso, donde el rey Estrofio se hizo cargo de él.


En su vigésimo cumpleaños el oráculo de Delfos le ordenó volver a su hogar y vengar la muerte de su padre. Orestes se encontró con su hermana Electra ante la tumba de Agamenón, donde ambos habían ido a rendir honores al difunto; se reconocen y planean la venganza. Tras lamuerte de Clitemnestra y Egisto a manos de Orestes, él enloquece y es perseguido por las Erinias, cuyo deber es castigar los asesinatos en el seno de la propia familia. Orestes se refugia en el templo de Delfos. Finalmente, Atenea le recibe en Atenas y organiza un juicio formal del caso ante el Areópago. Las Erinias exigen su víctima, Orestes alega las órdenes de Apolo, los votos de los jueces quedan divididos equitativamente y Atenea le declara inocente con su voto decisivo.

El rey de Dinamarca muere y su hermano Claudio sube al trono. Se casa de manera repentina con Gertrudis, la reina, y el príncipe Hamlet está sumido en una profunda angustia: ve a su madre como una mujer sin corazón e infiel.

Se le aparece una noche la sombra de su padre, el rey difunto, quien le revela que Claudio lo mató para acceder a la corona, y le exige venganza.

Hamlet dispone que se represente en la corte una obra que ilustre el asesinato descrito por el espectro de su padre. En la mitad de la obra Claudio se retira muy perturbado, y el príncipe confirma así las revelaciones de la sombra.

Hamlet enfrenta a su madre, y mientras le reprocha el haberse casado con Claudio, escucha a alguien detrás de una cortina. Como cree que se trata de la voz del rey, saca su espada y se la clava, pero no mata a Claudio, sino a Polonio, padre de su novia, Ofelia (tras lo cual, ella se suicida).

El espectro reaparece e insta a Hamlet a terminar su tarea. Pero no puede; el rey lo envía a Inglaterra y da la orden de que lo maten en dicho país, pero el príncipe logra escapar. Laertes, hermano de Ofelia, de acuerdo con el rey, se apresura para vengar la muerte de su padre. El rey lo persuade para que participe en un combate de esgrima con Hamlet, equipado con un arma envenenada para asegurar la muerte del príncipe. Durante el mismo, Laertes logra su cometido, envenenando a Hamlet, pero también recibe una herida con la espada emponzoñada. Antes de morir, el príncipe ve que su madre toma una bebida envenenada que era para él, y mata a Claudio.

Se trata de dos jóvenes pusilánimes, obligados a ejecutar venganzas que no desean y para las que no tienen defensa mental. Ambos enloquecen. Ambos actúan mecánicamente, empujados por seres (Electra o el fantasma) más fuertes que ellos. Son simplemente instrumentos, incapaces de tomar sus propias decisiones. Hamlet, torpe incluso para materializar el homicidio, que parece una salida convencional para satisfacción del espectador, ya que está agonizando mientras mata a su enemigo. Orestes, que no logró felicidad alguna cumpliendo su “deber”, y que probablemente hubiera preferido ser destruido por las Erinias, recitando el famoso monólogo “Ser o no ser”.

En los dos personajes subyace probablemente un complejo de Edipo. El deseo subconsciente de dejar a un lado al padre para ser el único centro del cariño materno ha sido materializado por una tercera persona, que ha ocupado el lugar que ellos habrían deseado tener. Consecuencias probables: escasa autoestima, complejo de inferioridad, tendencia a la depresión, incapacidad de amar o amarse...

Lo que sin duda es cierto es que Hamlet y Orestes perviven entre nosotros.

Imagen: W.A. Bouguereau: The remorse of Orestes

domingo, abril 22, 2007

Los niños con los niños, las niñas con las niñas I

Así como a día de hoy he escuchado otra vez la famosa frasecita: “pero los niños son más nobles”. Reconozco que como secuela necesaria de mi comentario, quizá igualmente tópico, en una situación más que habitual para unos padres de niños pequeños, que es intentar tomar unas cervezas en un plácido y soleado mediodía de domingo: “Las niñas se entretienen mucho más, las niñas son mucho más tranquilas”.
Ciertamente, el cerebro del hombre y el de la mujer tienen sus diferencias, y es lógico que estas se hagan evidentes desde la más tierna infancia. Pero, realmente... ¿los niños son más nobles que las niñas? ¿qué quiere decir, exactamente, “noble”?
Según el dicionario de la RAE, quiere decir, exactamente esto:

1. adj. Preclaro, ilustre, generoso.
2. adj. Principal en cualquier línea; excelente o aventajado en ella.
3. adj. Dicho de una persona o de sus parientes: Que por su ilustre nacimiento o por concesión del soberano posee algún título del reino. U. t. c. s.
4. adj. Singular o particular en su especie, o que aventaja a los demás individuos de ella.
5. adj. Honroso, estimable, como contrapuesto a deshonrado y vil.
6. adj. Quím. Dicho de un cuerpo: Químicamente inactivo o difícilmente atacable; p. ej., los gases como el helio y el argón, o los metales como el platino y el oro.
Claro que diciendo que “los niños son más nobles que las niñas” no queremos decir, o no quieren decir quienes lo dicen, que las niñas no son susceptibles de considerarse preclaras, ilustres, singulares en su especie, honrosas, ni mucho menos químicamente inactivas o difícilmente atacables (¿o sí? Leyendo las dos últimas gloriosas sentencias judiciales de Valladolid y Tenerife empiezo a desviarme de esta certidumbre). Pero la RAE no dice más. No explica esa generalizada acepción que se le da a la palabra noble en el contexto que comentamos, y que supone considerar “noble” (no U. t. c. s.) como “que no tiene o parece tener doblez en sus actuaciones e intenciones”.
A mi modo de ver, esto es “muy fuerte”. No que a los niños se les suponga esta nobleza, no, por los dioses que sean, sino que, al atribuirse esa cualidad al niño, se prive a la niña de ella (es decir, se la supone hipócrita y retorcida). Los niños (léase plural genérico, arroba, barra o lo que sea) son “nobles” en cuanto que la infancia es, o ha sido hasta ahora, sinónimo de “inocencia”. La palabra “inocente”, aunque ha derivado en nuestra lengua incluso a su uso como sinónimo de discapacitado psíquico (
Cándido, sin malicia, fácil de engañar. U. t. c. s. ; adj. coloq. ignorante), no tenía en su origen un significado peyorativo: como provieniente del latín “in-noceo” su significado es “que no causa daño” (4. adj. Que no daña, que no es nocivo). Y de esa “nobleza”, creo yo, participan igual los niños que las niñas. Otra cosa es que los padres y las madres los eduquemos de distinta forma.

(continuará, y agradecemos vuestras aportaciones)

"El mal uso del velo en Irán"

Hoy nos sorprende nuevamente la prensa con la noticia de las medidas del gobierno iraní para imponer, de una manera más rígida, el uso del velo a las mujeres. La noticia no sería más importante si fuera una decisión libremente asumida por las mujeres después de haber sido consultadas y como un signo de su identidad religiosa a la que quieren y tienen derecho.
La sorpresa está en la motivación de esa medida: "el 85% de los casos de agresión a las mujeres en la calle sedeben al mal uso del velo" Es decir, la víctima es la responsable de su agresión, y en ese caso la mujer será conducida a comisaría de donde sólo saldrá acompañada de su padre, esposo o familiar, masculino por supuesto, que se debe responsabilizar de que utilicen el velo de forma correcta.
Os recomiendo que leáis deteniamente el artículo donde se señalan las medidas que aplicará el gobierno que "defiende los derechos de las mujeres" en un país en el que "la mujer trabaja igual que el hombre y no tiene que quedarse en casa"
Y digo yo, si trabaja fuera de casa ¿el padre, esposo o hermano tendrá que estar pendiente todo el día de lo que pueda ocurrirle en la calle? ¿y siempre tendrá la mujer que ir vestida con el mismo hábito? ¿Qué pensarán esas mujeres que vivieron en el Irán prooccidental de los años 70?

miércoles, abril 18, 2007

I Jornadas provinciales de coeducación

Hace días que tenía pendiente reseñar la conferencia que presentó José Ángel Lozoya Gómez, el día 21 de marzo con motivo de las Primeras Jornadas Provinciales de Coeducación en Sevilla, celebradas en Bormujos y organizadas por los CEPs de Sevilla y Castilleja.

José Ángel, antiguo coordinador del programa Hombres por la Igualdad, del Ayuntamiento de Jerez y miembro del Grupo Hombres de Sevilla, lleva más de veinte años estudiando el fenómeno de la igualdad entre chicos y chicas en distintos ámbitos.

Fue una conferencia interesante porque abordó el problema de la desigualdad centrándose en los chicos. Cómo todo el fenómeno de la igualdad está modificando las nuevas relaciones sociales y cómo los chicos, y los hombres en general, no solo no están asumiendo esos cambios, sino que están “quedando desvalidos” ante la falta de roles que los nuevos tiempos exigen.

Hizo un recorrido detallado describiendo el fracaso escolar de los chicos y llegó a la conclusión de que “la igualdad de oportunidades desaparece a medida que aumenta el nivel de escolarización”.

-Los chicos abandonan los estudios antes y con peores resultados que las chicas. Uno de cada cuatro chicos no consigue el título de la ESO. Mientras que las chicas titulan y promocionan más, hasta llegar a acabar la universidad una proporción de tres chicas por dos chicos.

-Se incorporan al mercado laboral sin la formación necesaria, pero siguen teniendo más posibilidades de encontrar empleo, aunque sea de peor calidad, que les permite rápidamente disponer de dinero para sus gastos y una moto. Sin embargo tendrán menos posibilidades de progresar en esos trabajos.

-Confían más en su capacidad emprendedora que en los títulos y perciben que los negocios y el dinero rápido son las vías más rápidas y seguras para subir socialmente. A ello contribuye la idea que se transmite en los medios de comunicación donde el esfuerzo y la constancia que requiere el estudio son menos valorados.

-Y, entre las chicas, en el ámbito escolar, los que fracasan en los estudios son bien valorados porque tienen más amigos y más experiencia.

Siguió analizando cada uno de los estamentos, la familia, la escuela y los jóvenes hasta llegar a la conclusión de que es necesario elaborar una “Pedagogía de género para la igualdad en la escuela” para abordar las nuevas situaciones que se están produciendo en nuestra sociedad.

Estamos en una sociedad de tránsito que debe conciliar los derechos de la mujer y la incorporación del hombre a esta nueva realidad en la que junt@s deban diseñar un nuevo espacio de convivencia donde se tengan en cuenta la igualdad de derechos así como las diferencias de cada colectivo.

Por ello José Ángel propone

“-Enseñar ya desde primaria a despertar el espíritu crítico y mostrar las ventajas de una relación igualitaria que permita encontrar a cada un@ su parcela de felicidad.

-Transmitir la necesidad de compartir y expresar emociones, así como la prudencia o la disposición a ponerse en el lugar del otro para resolver conflictos.

-Descubrir que la prepotencia, el despotismo, el maltrato o el uso de la violencia en la solución de conflictos pueden ser practicados por hombres o mujeres que se sientan con el suficiente poder para permitírselo y no por ser específico de su género”.

Es importante que este tipo de estudios se multipliquen y reflexionemos sobre ellos.

martes, abril 10, 2007

300: Las mujeres espartanas

Mañana iré con mis alumnos de 4º a ver 300. La verdad es que si tuviera que escribir una crítica de esta película no podría limitar demasiado el espacio dedicado a ello. Así que voy a destacar tres de sus valores –a mi juicio- más sobresalientes y limitarme a comentar in extenso solamente uno.

La primera impresión, para mi gusto la primordial, puesto que de arte se trata y como arte es una llamada a los sentidos y a su disfrute, es la estética del film. La vista se colma de imágenes perfectas, cuidadas en color y simetría hasta el último detalle. El oído capta al mismo tiempo el contrapunto ideal de la adecuada banda sonora.

El segundo gran mérito de 300 consiste en el logro de la simpatía. Consigue que el corazón del espectador lata al mismo ritmo que el de los ciudadanos/as (y recalco aposta el doble género) y guerreros espartanos.

Pero el tercero, y definitivo, es el fiel retrato que la película hace de la sociedad y los ideales espartanos. Salvo en los aspectos concretos de lo relativo a los órganos de gobierno, que deforma intencionadamente, la vida cotidiana y el espíritu espartano están reflejados con absoluta literalidad. Hasta tal punto que son cotejables milímetro a milímetro con los textos de Plutarco en su Vida de Licurgo, y acordes con otros autores que son considerados fuentes fiables y cronológicamente cercanas.

En este último punto me parece importante señalar la imagen que se da de la mujer espartana como digna compañera de tan perfectos hombres y guerreros. Los roles de hombre y mujer eran muy diferentes, pero esos roles eran igualmente valorados: los ideales de valor y entrega varoniles tenían su justo contrapunto y motivación en la inteligencia, fuerza y mérito de las mujeres que los parían y criaban, y por tanto merecían todos los respetos. Hay un momento en la película en que un emisario persa se queja a Leónidas por la intromisión de una mujer (la reina) en su conversación y, cuando Leónidas lo arroja al foso por su insolencia en todos los aspectos, no deja de echarle en cara el haber ofendido a “su reina”, a pesar de que ella misma no había sentido vergüenza y le había respondido adecuadamente: “nosotras las espartanas podemos hablar entre hombres, puesto que somos las que parimos a los verdaderos hombres”. La consideración e igualdad con el varón de que disfrutaban estas ciudadanas no tiene parangón en la Grecia clásica.

Para ampliar el comentario creo suficiente reproducir el texto de Plutarco que trata sobre el carácter y la formación de las espartanas:

Como tenía por la mayor y más preciosa función del legislador el cuidado de la educación[...] atendía como uno de los primeros objetos al matrimonio y a la procreación de los hijos [...]Ejercitó los cuerpos de las doncellas en correr, luchar, arrojar el disco y tirar con elarco, para que el arraigo de los hijos, tomando principio en unos cuerpos robustos, brotase con más fuerza; y llevando ellas los partos con vigor, estuviesen dispuestas para aguantar alegre y fácilmente los dolores. Eliminando, por otra parte, el regalo, el estarse a la sombra y toda delicadeza femenil, acostumbró a las doncellas a presentarse desnudas igualmente que los mancebos en sus reuniones, y a bailar así y cantar en ciertos sacrificios en presencia y a la vista de éstos. En ocasiones, usando ellas también de chanzas, los reprendían útilmente si en algo habían errado; y a las veces también, dirigiendo con cantares al efecto dispuestos alabanzas a los que las merecían, engendraban en los jóvenes una ambición y emulación laudables: porque el que había sido celebrado de valiente, viéndose señalado entre las doncellas, se engreía con los elogios; y las reprensiones, envueltas en el juego y la chanza, no eran de menos fuerza que los más estudiados documentos, mayormente porque a estos actos concurrían con los demás padres de familia los reyes y los ancianos. Y en esta desnudez de las doncellas nada había de deshonesto, porque la acompañaba el pudor y estaba lejos toda lascivia, y lo que producía era una costumbre sin inconveniente, y el deseo de tener buen cuerpo; tomando con lo femenil cierto gusto de un orgullo ingenuo, viendo que se las admitía a la parte en la virtud y en el deseo de gloria: así, a ellas era a quienes estaba bien el hablar y pensar como de Gorgo, mujer de Leónidas, se refiere, porque diciéndole, a lo que parece, una forastera: “¿Cómo vosotras solas las Espartanas domináis a los hombres?” “También nosotras solas- le respondió- parimos hombres”.
Plutarco, Vida de Licurgo, 14.