sábado, junio 24, 2006

Historia de un beso apátrida

Un beso, metálico, corriendo de boca en boca desesperado, esperaba encontrar la sonrisa acorde al sentimiento sincero entre dos almas. Quizás es que el labio, escarmentado, ha decidido evitar aquello que duele. Otro día amanece y el beso sigue volando. Quizás tema extinguirse en el aire poluto. Quizás tema ser una partícula pura entre tanto detrito alado. Y mientras el beso mengua, las almas se alejan y se inflan con el orgulloso desconsuelo. Es un cáncer, un doloroso tumor, una plaga que afecta a todos. Se aísla el espíritu en desunión, mientras el beso vuela y se extingue, pues no encuentra labio al que adherirse, y muere su desconocido encanto en la brisa.

Texto de SuseKew. Imagen de Meli

domingo, junio 18, 2006

La tristeza


Dos poetas sudamericanos nos dan la versión de su tristeza:
Alfonsina Storni, argentina. Maestra y profesora de arte dramático, conocida tanto por sus poemas como por su trágica muerte (suicidio en el Mar del Plata). Su vida se adorna también con una aureola romántica por su azarosa vida, que incluyó un hijo de padre desconocido, lo que aumentó su leyenda de mujer libre y feminista. Sus viajes a Europa, en 1930 y 1934, influyeron en su obra poética. Sus libros de madurez son los más logrados: en ellos la experiencia amorosa se torna confidencia dramática, reflexión sobre la condición femenina y audaz sinceridad erótica para la época.
César Vallejo nació en Santiago de Chuco, un pueblo andino del Perú. Fue el menor de once hijos. Estudió en la Universidad Nacional de Trujillo. Interrumpió la carrera varias veces y trabajó en una plantación de caña de azúcar. Más tarde se trasladó a vivir a Lima, donde trabajó como profesor y se asoció con la bohemia y con miembros de la izquierda intelectual. Sufrió una serie de calamidades antes de publicar su primer libro de poemas "Los heraldos negros": Su madre murió en 1920 y después de volver a Santiago de Chuco estuvo apresado por 105 días, acusado de ser un presunto incendiario, caso en que se probó su inocencia.
Emigró a Europa, dónde vivió hasta su muerte en París en 1938. Está enterrado en el cementerio de Montparnasse.

Vidas paralelas, tristezas paralelas. Y dos muestras de ello:

VERSOS A LA TRISTEZA DE BUENOS AIRES (Alfonsina Storni)

Tristes calles derechas, agrisadas e iguales,
Por donde asoma, a veces un pedazo de cielo,
Sus fachadas oscuras y el asfalto del suelo
Me apagaron los tibios sueños primaverales.
Cuánto vagué por ellas, distraída, empapada
En el vaho grisáceo, lento, que las decora.
De su monotonía mi alma padece ahora.
-¡Alfonsina!- No llames. Ya no respondo a nada.
Que entre tus calles rectas, untadas de su río
Apagado, brumoso, desolante y sombrío,
Cuando vagué por ellas, ya estaba yo enterrada.

LOS HERALDOS NEGROS (César Vallejo)

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... ¡Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!

(estos versos de Vallejo siempre consiguen hacerme saltar las lágrimas)

miércoles, junio 07, 2006

Tecnologías del cuerpo femenino 3

Las tecnologías del cuerpo femenino y los roles de género empiezan a invadir nuestra mente y nuestra cultura desde la más tierna infancia. Ciertamente, la familia es el referente más potente e influyente para l@s niñ@s aunque esta afirmación hoy se está cuestionando ante la competencia de los medios de comunicación como espacios de socialización.

La fabricación de juguetes y su consumo está igualmente mediatizado por intereses no precisamente educativos y, mucho menos, coeducativos. Un buen ejemplo lo podéis ver en esta página sobre la oferta y ranking de consumo de juguetes para niñas. La moda, los acesorios de belleza y las muñecas parecen ser nuestro destino desde la cuna.


Entre todas las muñecas la preferida de muchas generaciones de mujeres es Barbie, hoy modernizada con su propia página web. No os perdáis los juegos que oferta esta página si queréis conocer los valores y modelos de socialización que proponen los creadores de esta incombustible muñeca, juguete estrella para millones de niñas de todo el mundo. Por algo ha logrado sobrevivir al tiempo cumpliendo recientemente casi cincuenta años en el mercado.
No debemos extrañarnos de que pase lo que pasa. Ya es hora de decir alto y claro: ¡¡¡BASTA YA!!!.

Tecnologías del cuerpo femenino 2

La agresión empresarial y las tecnologías que preparan el cuerpo femenino para el verano no acaban aquí, ¡¡¡Chicas, hay que lucir también un cuerpo bronceado, dorado y permanente!!!. Antes del verano, los rayos Uva y las cremas autobronceadoras, durante el verano más cremas bronceadoras con poco filtro y después del verano, los tratamientos para la piel y el cabello abrasado por el sol. Total, un dineral y una nueva manipulación manchada de sexismo , sin que nadie mueva una pestaña.
Como ejemplo, os traigo a comentar estas dos campañas publicitarias que podríamos titular "cuerpos al sol".



martes, junio 06, 2006

Tecnologías del cuerpo femenino 1

Ha llegado el verano y con él el bombardeo de imágenes dirigidas a las mujeres para preparar su cuerpo para la exhibición anual en playas, piscinas y fiestas veraniegas. ¡¡¡ Chicas, hay que estar delgadas para lucir un cuerpo perfecto !!!. Adelgazar a toda costa y rápido se nos impone sin mostrarnos el catálogo de riesgos para nuestra salud y nuestro bolsillo. Cuerpos, como el de Kate Moss en la campaña publicitaria de 1995 para la colonia de hombre "Obsessión"" de Calvin Klein, se nos muestran escuálidos y enfermizos.

Afortunadamente, desde muchos frentes, se lucha contra estas agresiones publicitarias como, por ejemplo, el grupo artístico Adbusters, expertos en deconstruir las imágenes de nuestra cultura visual.

Los defiles de moda nos siguen mostrando igualmente cuerpos femeninos enfermizos que son un insulto a las mujeres. Lo que importa no es el cuerpo sino el diseñador, la marca empresarial, el modelito exclusivo... el consumo, en fin. Y es que mantener el tipo y el glamour vale una pasta además de un grave riesgo para nuestra salud física y psicológica.

domingo, junio 04, 2006

Ahora que comenzamos a pensar en la coeducación...


Al releer el contrato para maestras de 1923 que publicó Juana en esta página, y digo releer porque idéntico me pareció al que creo todavía ha de guardar mi padre, más o menos de la misma fecha, pero redactado en España, me vino a la mente una pequeña historia que mi maestra nos contaba más o menos en 1966, cuando las escuelas públicas tenían aulas diferentes para las niñas y para los niños. Una historia quizás insignificante, por supuesto absurda, pero que yo nunca he podido olvidar porque desde entonces, desde mi pequeño cerebrito de niña de siete años, que la concibió como tremendamente injusta, fue para mí el símbolo de la educación en los valores profundamente machistas en que hemos sido educadas todas las mujeres de mi generación. Antes de que se pierda esa anécdota ridícula, cruel, no quiero dejar de contarla, y además, quiero acompañarla de la fotografía de mi querida maestra, de algunas de mis compañeras y de mí misma (a ver si adivináis quien de ellas soy yo).
En esa década, en el colegio, y aun en la siguiente, en el Instituto, teníamos clases de costura y labores. En los ratos que pasábamos enhebrando las agujas, bordando mantelitos y cosiendo botones, nuestra maestra nos contaba historias para distraer el aburrimiento (la costura siempre ha sido una tarea superior a mis fuerzas, y creo que lo mismo ocurría con mis compañeras).
Viendo esa encantadora señora que procurábamos todas enhebrar nuestras agujas con hilos de la máxima longitud posible para que durara más, nos contó lo siguiente:
“Una vez un muchacho de noble y acaudalada familia decidió buscar una mujer para que fuera su esposa. Conoció a dos hermanas, las dos guapas, decentes y hacendosas, aunque de pobre cuna –en aquella época todas lo éramos, en los cuentos sobre todo, y el colmo de nuestras aspiraciones debía ser conseguir un novio rico-. Incapaz de decidir entre las dos –fijaos, qué cosa, no se enamoró de ninguna- quiso hacer una prueba, por ver cuál se acomodaba mejor a sus intereses, cuál era más dispuesta y más sensata –“dispuesta” era el adjetivo que yo más odiaba de chica, solo aplicable a las chicas y que puede traducirse por “deseosa permanente de colaborar en las faenas domésticas”- . Propuso, pues, a las dos hermanas, una prueba para decidirse: ambas debían confeccionarle una camisa, y aquella de las dos que lo hiciera a su plena satisfacción y en menos tiempo, esa sería la que se convirtiera en su esposa.
En lugar de mandarlo las dos bien lejitos, como las jóvenes de hoy en día harían, las dos muchachas se aprestaron a cumplir con el encargo (me las imagino, dos hermanas, que se habrían querido siempre, frente a frente aguja en mano, mirándose con odio mal disimulado).
Cortaron la tela, prepararon sus hilos y agujas, y una de ellas decidió cortar el hilo bien largo para no tener que enhebrar la aguja tantas veces; la otra, muy al contrario, cortaba sus hilos breves, para que no se le formaran nudos y no perder tiempo por ese motivo. Terminó la segunda la camisa poco antes, y logró su trofeo: la mano del chaval.
Lo único que nuestra maestra intentaba era, al par que entretenernos, conseguir que midiéramos bien el hilo y no lo pusiéramos demasiado largo para ahorrarnos trabajo, ya que al final más tardaríamos, pero esa anécdota ha estado bullendo en mi mente cuarenta años, y no es por mi dedicación a la costura: el mensaje de la historia era, principalmente, que la meta de todos los esfuerzos que pudiéramos realizar las mujeres era un matrimonio adecuado. Despreciaba valores tales como el romanticismo (el muchacho no estaba enamorado de ninguna); La solidaridad (las hermanas, en su rivalidad, podían incluso odiarse la una a la otra). Incentivaba la sumisión de la mujer al hombre (las dos se apresuraban a confeccionar la camisa, sin cuestionarse siquiera si el muchacho era digno de tanto esfuerzo, o simplemente si estaban enamoradas de él). Y etcétera, porque la historieta o fábula, si se analiza, es el colmo del desprecio a la condición femenina. Algo hemos avanzado, eso es un hecho.