jueves, abril 26, 2007

Personajes masculinos en la literatura: Orestes y Hamlet

Son dos historias, una de ellas leyenda, la otra absolutamente ficticia, separadas por más de dos mil años. Orestes en sí no supone un prototipo, pero tiene su secuela y reflejo: Hamlet. Orestes fue retratado magistralmente por Esquilo en el siglo V a.C., en su trilogía trágica La Orestía. Hamlet fue personaje creado por Shakespeare en la tragedia del mismo nombre, en el siglo XVI. Si los argumentos de ambas obras presentan claras concomitancias, sus protagonistas comparten claramente un mismo carácter.


En la mitología griega Orestes fue el único hijo varón de Agamenón y Clitemnestra.

Según la historia homérica Orestes estaba ausente de Micenas cuando su padre volvió de la Guerra de Troya y fue asesinado por el amante de su esposa, Egisto. Ocho años después Orestes volvió de Atenas y vengó la muerte de su padre asesinando al amante de su madre. Orestes fue salvado por su hermana Electra, que le sacó del país cuando Clitemnestra quería matarle. Huyó al monte Parnaso, donde el rey Estrofio se hizo cargo de él.


En su vigésimo cumpleaños el oráculo de Delfos le ordenó volver a su hogar y vengar la muerte de su padre. Orestes se encontró con su hermana Electra ante la tumba de Agamenón, donde ambos habían ido a rendir honores al difunto; se reconocen y planean la venganza. Tras lamuerte de Clitemnestra y Egisto a manos de Orestes, él enloquece y es perseguido por las Erinias, cuyo deber es castigar los asesinatos en el seno de la propia familia. Orestes se refugia en el templo de Delfos. Finalmente, Atenea le recibe en Atenas y organiza un juicio formal del caso ante el Areópago. Las Erinias exigen su víctima, Orestes alega las órdenes de Apolo, los votos de los jueces quedan divididos equitativamente y Atenea le declara inocente con su voto decisivo.

El rey de Dinamarca muere y su hermano Claudio sube al trono. Se casa de manera repentina con Gertrudis, la reina, y el príncipe Hamlet está sumido en una profunda angustia: ve a su madre como una mujer sin corazón e infiel.

Se le aparece una noche la sombra de su padre, el rey difunto, quien le revela que Claudio lo mató para acceder a la corona, y le exige venganza.

Hamlet dispone que se represente en la corte una obra que ilustre el asesinato descrito por el espectro de su padre. En la mitad de la obra Claudio se retira muy perturbado, y el príncipe confirma así las revelaciones de la sombra.

Hamlet enfrenta a su madre, y mientras le reprocha el haberse casado con Claudio, escucha a alguien detrás de una cortina. Como cree que se trata de la voz del rey, saca su espada y se la clava, pero no mata a Claudio, sino a Polonio, padre de su novia, Ofelia (tras lo cual, ella se suicida).

El espectro reaparece e insta a Hamlet a terminar su tarea. Pero no puede; el rey lo envía a Inglaterra y da la orden de que lo maten en dicho país, pero el príncipe logra escapar. Laertes, hermano de Ofelia, de acuerdo con el rey, se apresura para vengar la muerte de su padre. El rey lo persuade para que participe en un combate de esgrima con Hamlet, equipado con un arma envenenada para asegurar la muerte del príncipe. Durante el mismo, Laertes logra su cometido, envenenando a Hamlet, pero también recibe una herida con la espada emponzoñada. Antes de morir, el príncipe ve que su madre toma una bebida envenenada que era para él, y mata a Claudio.

Se trata de dos jóvenes pusilánimes, obligados a ejecutar venganzas que no desean y para las que no tienen defensa mental. Ambos enloquecen. Ambos actúan mecánicamente, empujados por seres (Electra o el fantasma) más fuertes que ellos. Son simplemente instrumentos, incapaces de tomar sus propias decisiones. Hamlet, torpe incluso para materializar el homicidio, que parece una salida convencional para satisfacción del espectador, ya que está agonizando mientras mata a su enemigo. Orestes, que no logró felicidad alguna cumpliendo su “deber”, y que probablemente hubiera preferido ser destruido por las Erinias, recitando el famoso monólogo “Ser o no ser”.

En los dos personajes subyace probablemente un complejo de Edipo. El deseo subconsciente de dejar a un lado al padre para ser el único centro del cariño materno ha sido materializado por una tercera persona, que ha ocupado el lugar que ellos habrían deseado tener. Consecuencias probables: escasa autoestima, complejo de inferioridad, tendencia a la depresión, incapacidad de amar o amarse...

Lo que sin duda es cierto es que Hamlet y Orestes perviven entre nosotros.

Imagen: W.A. Bouguereau: The remorse of Orestes

1 comentario:

Juana G. Linares dijo...

Desgraciadamente esa fuerza de la venganza, la pervivencia de la ley del Talión "ojo por ojo y diente por diente" sigue presente en nuestra cultura y explica muchas de las muertes actuales.