Gioconda Belli , escritora nicaragüense de la que ya publicamos un poema, acaba de ganar el premio Biblioteca Breve de Seix Barral con su novela El infinito en la palma de la mano.
En ella se plantea las reflexiones de Adán y Eva tras ser expulsados del Paraíso. En ella la autora habla de las enormes contradicciones del ser humano, el amor y la crueldad, la no aceptación de la muerte…
El libro está dedicado a las víctimas de Irak, zona donde se encuentra el inicio de todo, entre el Tigris y el Eúfrates, tierra de promisión, hoy tierra de dolor.
Con motivo del día de la mujer traemos un hermoso texto sobre la eterna culpa:
Culpas Obsoletas
Un momento de soledad
de paz
y la tarde es mía.
Me puedo sentar a leer
sin sentirme culpable.
Sin pensar que debía salir
a comprar el líquido para desmanchar las alfombras
o bajar a jugar con la niña.
¿Cómo será, me pregunto,
no sentir incesantemente
que uno debería ocupar varios espacios al mismo
tiempo?
No pensar, mientras se tumba uno con un libro,
que se debería estar haciendo otra cosa.
Asumir, como hacen los hombres,
la importancia del tiempo
que dedicamos al propio enriquecimiento.
Las mujeres
tenazmente sentimos
que le estamos robando el tiempo a alguien.
Que quizás en ese preciso instante
se nos requiere
y no se cuenta con nosotras.
Precisamos
todo un entrenamiento
para no borrarnos, minimizarnos,
constantemente.
¡Ah! ¡Mujeres, compañeras mías!
¿Cuándo nos convenceremos
de que fue sabio el gesto
de extenderle a Adán
la manzana?
de paz
y la tarde es mía.
Me puedo sentar a leer
sin sentirme culpable.
Sin pensar que debía salir
a comprar el líquido para desmanchar las alfombras
o bajar a jugar con la niña.
¿Cómo será, me pregunto,
no sentir incesantemente
que uno debería ocupar varios espacios al mismo
tiempo?
No pensar, mientras se tumba uno con un libro,
que se debería estar haciendo otra cosa.
Asumir, como hacen los hombres,
la importancia del tiempo
que dedicamos al propio enriquecimiento.
Las mujeres
tenazmente sentimos
que le estamos robando el tiempo a alguien.
Que quizás en ese preciso instante
se nos requiere
y no se cuenta con nosotras.
Precisamos
todo un entrenamiento
para no borrarnos, minimizarnos,
constantemente.
¡Ah! ¡Mujeres, compañeras mías!
¿Cuándo nos convenceremos
de que fue sabio el gesto
de extenderle a Adán
la manzana?
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Gioconda Belli (2002) Apogeo
España: Visor
2 comentarios:
y bendigo mi sexo!!!
y bendigo mi sexo!!!
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