
Y la vergüenza. Ellos están dispuestos a recuperar un tiempo doloroso y oscuro, en el que nunca faltó el amor y la pasión, la solidaridad y el recuerdo silencioso. Y también es la historia de amor de Paco Bedoya, el último maquis, y de Mercedes San Honorio, dos jóvenes que se enamoraron antes de cumplir veinte años y tuvieron un hijo en común, que se vieron obligados a vivir su amor en la distancia y a soñar que algún día podrían reencontrarse. Ana Cañil, apoyada en una magnífica documentación y con testimonios reales, ha escrito un relato desbordante de emoción, pasión y épica, en el que los protagonistas hablan en primera persona y hacen que su historia se convierta en la de todos". Espasa.com
La palabra proviene del vocablo francés maquis, que equivale a paisaje de arbustos o matorrales. En Francia se usó para denominar a grupos de guerrilleros de la resistencia francesa que se organizaron frente a las fuerzas de ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Se ocultaban en zonas montañosas o bosques. La expresión francesa pendre le maquis es equivalente a la castellana echarse al monte.
El fenómeno de los huidos fue bastante intenso entre los años 1939 y 1942 especialmente en la zona centro y sur de España, mientras que en la zona de Levante no se produce este hecho de forma significativa hasta la "invasión del Valle de Aran" en 1944.
Considerando la existencia previa de estas partidas de gentes que se refugian en el monte, podemos afirmar que la guerrilla antifranquista fue la reorganización armada de una realidad anterior, la de los huidos al término de la guerra.
Una vez organizados estos grupos de huidos por parte de los guerrilleros llegados de Francia, en donde habían estado en los maquis o luchando con la Resistencia francesa, se siguió produciendo la huida al monte de personas que no podían vivir en la España de la posguerra. Muchos de ellos eran libertos provisionales, víctimas del acoso directo de la Guardia Civil, que preferían huir a correr el riesgo de ser detenidos por cualquier causa y volver a las cárceles. También los familiares o allegados de estos guerrilleros acababan, a veces, marchándose al monte, ya que la Guardia Civil los consideraba posibles enlaces con la guerrilla y podían, en cualquier momento, ser detenidos y torturados.
Por otra parte, las fuentes franquistas han manipulado siempre los motivos de huida a la sierra, basándose en supuestos crímenes y presentando a los huidos como fugitivos de la justicia. Tal explicación carece de rigor histórico. Sólo una minoría (ni siquiera un 10%) huyó por responsabilidades penales. La mayoría huyó por responsabilidades políticas y por el acoso de la represión. El hambre y la exclusión laboral fueron otros motivos de huida.
Más se conoce y se ha hablado y escrito del papel de estos hombres, muchas veces héroes, a veces simplemente delincuentes huidos, que de sus mujeres, hermanas y madres, esas innominadas resistentes que tuvieron que sacar adelante sus vidas y las de sus hijos solas, con la presión constante del régimen que no cesaba de vigilar sus movimientos para averiguar el paradero de sus hombres. Sí que, gracias al cine español de los últimos años, en los que tanto se ha abundado en el tema de la guerra civil y la postguerra, se han retratado, aunque sea en la ficción, esas vidas heroicas a la fuerza. Películas como Silencio Roto: que se centra en el absurdo de la guerra. Por una vez, los héroes de guerra no son los hombres que van a luchar, sino las mujeres que se quedan.
Como El laberinto del fauno, donde el protagonista es un militar encargado de acabar con los últimos vestigios de la resistencia, y en la que Maribel Verdú ofrece un magnífico ejemplo en su papel del valor de estas mujeres que cargan con la doble misión de ayudar a sus hombres y sacar adelante a sus familias.
En Los girasoles ciegos (también es Maribel Verdú la protagonista), se representa claramente la presión y el acoso que las fuerzas del orden franquista podían llegar a ejercer contra las que se quedaban. Lo difícil que resultaba mantener una vida y una familia cuando se estaba estigmatizada. Cuando se era "rojo".
Ahora, una historia sobre las olvidadas mujeres de los maquis logra el Espasa de Ensayo. La periodista Ana R. Cañil ha dedicado varios años a reconstruir las vidas de los enlaces de los maquis y de sus mujeres en una comarca de Cantabria. El resultado, el documento La mujer del maquis, que ha ganado el Premio Espasa de Ensayo, dotado con 30.000 euros y concedido por un jurado presidido por el filósofo Fernando Savater.
Se basa el libro, pero ahí no termina, en la relación de pareja que mantuvieron Mercedes San Honorio, Leles, y el guerrillero antifranquista Francisco Bedoya. Junto a historias de amores, miedos y represiones que vivieron Leles y Bedoya, la autora ha relatado en su libro, a modo de símbolo, la detención de 69 personas (hombres, mujeres y niños) en la comarca cántabra del Val de San Vicente la noche del 31 de agosto de 1948. Leles era ya una anciana cuando la conoció, exiliada en Argentina hacía mucho tiempo, pero no tan anciana como para no poder recordar y a ayudar a la autora con tan valioso libro.
Ana Ramírez Cañil, es periodista. Nació en Madrid hace cincuenta años, pero es de Rascafría. A los diecinueve años comenzó en el periodismo económico por necesidad, aunque se convirtió en vicio cuando cruzó la información económica con la política. Ha trabajado en Cinco Días, después de unos meses de prácticas en el diario El Alcázar; en la revista Mercado (cuna de una generación de profesionales de la La Gaceta de los Negocios prensa económica) y en los orígenes de. Entre 1984 y 1985 vivió en Nueva York. Ha sido redactora jefe del semanario El Siglo, directora de Informe Semanal y delegada de El Periódico de Catalunya en Madrid. Desde septiembre del 2007 aprende qué el periodismo on line en la web de información general soitu.es. Espasa.com