jueves, octubre 02, 2008

Mary Astell (1666-1731).

Una por Una

A menos de 24 horas vuelve la crónica negra. Cecilia Natalia Coria Olivares, de 25 años, es asesinada por su ex pareja en Nerja.

En su nombre recordamos a una mujer pionera en la defensa de la educación de las mujeres y en su propuesta de vivir solteras, sin tener que aceptar cualquier matrimonio para sobrevivir.

Mary Astell nació en el seno de una familia burguesa, venida a menos, de Newcastle, Inglaterra. Fue una mujer reconocida en su tiempo por su ingenio, elocuencia y erudición; creó en su vida un precedente que sería seguido por otras mujeres de la sociedad inglesa: el de la mujer instruida que elige vivir sola y en relación con otras mujeres, y en la que el deseo de saber toma cuerpo.

A la muerte de su padre, vivió en un hogar fundamentalmente femenino. Su tío fue su preceptor. Así, en un momento en que la mayoría de las mujeres eran analfabetas, ella recibió una educación que comprendía estudios de filosofía, matemáticas y algunas lenguas modernas. Por su obra se puede deducir que poseía conocimientos de teología, política, historia y literatura clásica. Vivió su juventud gozando de la soledad, absorta en el placer de la lectura.

Cuando tenía alrededor de veinte años, decide trasladarse a Londres con la intención de permanecer soltera y dedicada a la literatura, siendo muy consciente tanto de las limitaciones que la sociedad de su tiempo imponía a las mujeres como de la fuerza de sus propios deseos: los de un alma “nacida para más”, que aspira a la grandeza.

¿Qué haré? No pretendo ser rica o poderosa
ni cortejada o admirada
ni elogiada por mi belleza ni exaltada por mi ingenio
¡Ay! Nada de esto merece mi empeño o mi sudor,
ni puede contentar mis ambiciones;
mi alma, nacida para más, nunca se someterá a tales cosas,
sino que seré algo grande
en sí mismo y no en el aprecio del vulgo.

En Sara F. Matthews Grieco, p. 220.

En Londres se instala en el barrio de Chelsea, donde poco a poco se formará en torno a ella un círculo de mujeres, de amigas, que fueron a lo largo de los años sus compañeras más íntimas y su principal apoyo, tanto económico como emocional: lady Elizabeth Montague (a quien dedicó la edición de 1694 de su “Propuesta ...”), lady Catherine Jones (a quien John Norris, a petición suya, dedicaría las “Cartas relativas al amor de Dios” de 1695), Elisabeth Hasting, Ann Coventry ... Se trataba de mujeres aristócratas –contaban, por tanto, con abundantes ingresos propios-, que habían hecho una opción de vida semejante a la de Mary: habían decidido permanecer solteras o bien se habían negado a casarse de nuevo al quedarse viudas. (…)

Estas mujeres, que mantenían una red de relaciones de solidaridad con otras menos favorecidas económica y socialmente (ayudaban a viudas sin hogar, enseñaban a sus criadas a leer y a escribir o proporcionaban instrucción escolar a niñas de su familia), cuidaron de Mary durante los últimos años de su vida (a la edad de sesenta años, Mary Astell se retiró a casa de su amiga Catherine Jones, donde permaneció hasta su muerte en 1731). Compartían sus ideas sobre la educación de las mujeres y la apoyaron cuando, hacia el final de su vida, habiendo dejado de escribir, se dedicó a dirigir una Escuela de Caridad para hijas de militares retirados del Hospital de Chelsea, que existió hasta 1862. Fue ésta la única realización educativa que Mary Astell pudo llevar a la práctica, ya que su Propuesta no llegó nunca a materializarse.

Mary Astell es una de las figuras fundamentales en cualquier aproximación histórica al pensamiento de las mujeres sobre la educación femenina, gracias a su obra “Una propuesta seria para las damas, en beneficio de sus verdaderos y más altos intereses. Por una amante de su sexo” (1694).

Al presentarse como “una amante de su sexo”, Mary está manifestando de forma explícita, ya desde el título, cuál es el sentido más profundo que informa su propuesta educativa: el amor a las mujeres. Y, si bien a lo largo del texto afirma su autoridad con la utilización recurrente del pronombre “yo”, a menudo utiliza también el pronombre “nosotras” o la expresión “nuestro sexo”, presuponiendo unas lectoras, unas interlocutoras, exclusivamente femeninas.

La identificación con las personas de su sexo se presenta íntimamente unida a su compromiso personal por el progreso de las mujeres. Mary Astell estaba profundamente convencida de la legitimidad y la necesidad del desarrollo cultural de las mujeres, como única premisa que podría garantizar su libertad de elección. Por ello, quiso materializar la existencia de un espacio donde pudiera hacerse posible…

¡Feliz Retiro! El que encontraréis cuando entréis en este Paraíso como el que perdió vuestra Madre Eva, donde festejaréis con los Placeres que, al contrario de los de este mundo, no os decepcionarán [...] aquellos que os harán verdaderamente felices ahora, y que os prepararán para que lo seáis perfectamente en el futuro. Aquí no hay Serpientes que os engañen mientras os divertís en estos deliciosos Jardines [...] El lugar al que estáis invitadas es Modelo y Antepasado del Cielo..

Fragmento traducido en Margaret King, p. 291.

Mary Astell establece, pues, una íntima vinculación entre saber y felicidad. El deseo de saber, el amor al saber, va unido al goce que produce el conocimiento, un conocimiento que, además, se adquiere y desarrolla en un marco relacional femenino, un espacio de mujeres que recupera el paraíso perdido y que ella califica como “deliciosos jardines”, permitiéndonos evocar el “Hortus deliciarum”, la obra creada por Herralda de Hohenburg cinco siglos antes, no por casualidad, en un monasterio. Así, encontramos en Mary una concepción del saber que no separa amor y conocimiento.

El monasterio de Mary Astell proveería al reino de “damas piadosas y prudentes” que serían, a su vez, una inspiración para otras. Aquellas que se casaran estarían preparadas para educar a sus hijas e hijos y enseñarles a “vivir sabia y felizmente”. Podrían también hacer uso de sus conocimientos en sus relaciones con sus vecinos y en todos los asuntos de la vida.

Aquellas otras que no se orientaran hacíale matrimonio, podrían cumplir su propósito, un propósito como la educación y la enseñanza. Porque, como ella misma señala, el Mundo entero es la Familia de una Dama sola y las oportunidades de que le vayan bien las cosas no disminuyen sino que aumentan si es libre.

En el año 1700 Mary Astell publica “Reflexiones sobre el matrimonio”, un texto en cuya escritura utiliza de nuevo el humor, la ironía y el sarcasmo para, en este caso, desvelar y poner en evidencia los intereses sociales que servían para humillar y subordinar a las mujeres a través del reparto de poder que se daba en el matrimonio, una institución que ella denuncia como tiránica, vinculando la tiranía del estado con la de los hombres en las familias.

Información extraída de La diferencia de ser mujer

1 comentario:

María Marta Bruno dijo...

Azahares...
Maravillosa la idea de homenajear y recordar UNA POR UNA, como dice una canción argentia "por tantas injusticias repetidas".
Gracias por tener presente a Cecilia, mi compatriota.
Gracias por sacar del olvido a tantas mujeres increíbles.
Mis felicitaciones