Tecnofobia: Miedo irracional y enfermizo a la tecnología.
Tecnofobia es responsabilizar a la tecnología de los males de la sociedad. Se expresa como un miedo exagerado a una realidad muy compleja en términos técnicos. En ciertos casos instala temores específicos, como el miedo indiscriminado al cáncer, al móvil o a las antenas inalámbricas.
El pensamiento antitecnológico arraiga en una tradición profunda de desconfianza hacia las máquinas, desde los griegos pasando por la ilustración, ha habido una larga historia de desencuentros con la tecnociencia que la bomba atómica, los problemas ecológicos, los experimentos genéticos, entre otros, han amplificado.
Desde luego tan nefasto es ser un tecnófobo acérrimo como creer en la infabilidad de la tecnología. La tecnología no es la panacea de todos los males; tampoco hay motivos para desconfiar de la misma, aunque hay que ser precavido ante el uso que se haga de ella en esta sociedad donde el fin último no es el bienestar, la igualdad y la erradicación de las injusticias.
¿Es tecnófoba la mujer?
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Se observa en algunas mujeres (especialmente mayores) resistencias a las tecnologías que ellas mismas verbalizan y reconocen: la máquina es mala, es fría, es aburrida, o bien, yo no sirvo, no soy capaz, es muy difícil. Esto trae parejo la pérdida de autoestima y confianza de muchas mujeres en sus propias posibilidades, y el rechazo al ordenador.
Estas suspicacias están muy vinculadas a la imagen imperante de una relación amorosa entre el hombre y la máquina, estimulando la tecnofilia masculina como norma. Las mujeres, en tanto que, se apartan de esta norma son caracterizadas de tecnofóbicas.
La tecnología, y en especial la informática, estaba (y sigue estando) cargada de valores androcéntricos que de manera indirecta han dificultado la participación y presencia de las mujeres, alimentando el mito de la supuesta tecnofobia femenina.
Muchas mujeres comentan que las bromas sexistas, los juegos para ordenador que presentan a las mujeres como objetos sexuales y otras conductas ofensivas las desalientan a hacer uso de esta tecnología. (Veáse la campaña no oficial de firefox).
Muchas no se sienten bienvenidas en las facultades técnicas o en los departamentos de informática (82% de hombres): entrar en recintos extremadamente masculinos propicia que algunas mujeres rechacen la informática como futuro profesional.
Este hecho se hallaría en consonancia con la estereotipación de determinadas profesiones, así como en general de la tecnología. Esta ha sido vista tradicionalmente como una cuestión de hombres, no se ha ofrecido una imagen feminizada de la profesión.
Contrasta con el hecho de que se produce en una profesión muy reciente, en un contexto tendente a reducir las discriminaciones en materia de género, y además, basada en una máquina cuya principal característica no es la fuerza, que es lo propio de las máquinas industriales del siglo XIX y XX, metafóricamente asociadas a lo masculino. En todo caso, también se podría apelar, en el caso del ordenador, a otro de los estereotipos del varón: el predominio del razonamiento lógico-abstracto.
La tecnofobia como tal no es inherente a la mujer, de la misma forma que la tecnofilia no lo es de los hombres.
La mujer nunca ha sido ajena a la tecnología
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La relación de la mujer con la tecnología ha estado vinculada a lo largo de los siglos al espacio doméstico principalmente.
Resulta paradójico que las nuevas tecnologías domésticas, no han producido una redistribución de las tareas domésticas como tampoco una reducción significativa de la carga de trabajo y/o del tiempo dedicado por mujeres y hombres. Es decir, las mujeres han adquirido competencias y habilidades aprendidas en su manejo pero que no tienen un reconocimiento o valoración en el ámbito productivo.
Por otro lado, las mujeres han estado habitualmente en contacto en los ámbitos de producción primarios más básicos y mecánicos: han usado siempre aperos de labranza, han sido tejedoras, más adelante han introducido datos, fueron las encargadas de cifrar los mensajes en los primeros ordenadores de la 2ª guerra mundial. Es decir, han usado la tecnología desde siempre, sin embargo nunca han estado en la toma de decisiones.

Estereotipos
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Los estereotipos, los clichés mil veces repetidos, hacen mella en la mujer; han impedido el florecimiento de modelos de mujer y ha desembocado en una pérdida de interés que conlleva en muchos casos a la autoexclusión del sector tecnológico.
Sin embargo, el verdadero motivo de su desapego a la informática, pasa más por su falta de necesidad (no lo usa en el trabajo) y por su falta de tiempo (tampoco lo usa para el ocio, en casa).
¿Qué se puede hacer para evitar la tecnofobia?
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Es posible identificar, para luego revertir, los mecanismos culturales y estereotipos sexistas que facilitan que algunas mujeres se inhiban ante la máquina y el ciberespacio.
Conclusiones
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El estereotipo tecnófobo simplifica y generaliza la problemática de la brecha digital de género. Ciertamente mujeres y hombres participamos de las TIC y del ciberespacio, pero lo seguimos haciendo de forma desigual.
En una sociedad hipertecnificada, debemos adapatar este nuevo escenario tecológico a nuestras propias necesidades, plantearnos porque las mujeres no usamos la tecnología igual que los hombre, para qué la usamos, cómo las usamos y en qué momento.
En definitiva, la inclusión real de la mujer en la Sociedad de la Información (aunque no en términos de equidad) es un hecho que invalida el mito de la tecnofobia.
Fuentes consultadas:

El pensamiento antitecnológico arraiga en una tradición profunda de desconfianza hacia las máquinas, desde los griegos pasando por la ilustración, ha habido una larga historia de desencuentros con la tecnociencia que la bomba atómica, los problemas ecológicos, los experimentos genéticos, entre otros, han amplificado.
Desde luego tan nefasto es ser un tecnófobo acérrimo como creer en la infabilidad de la tecnología. La tecnología no es la panacea de todos los males; tampoco hay motivos para desconfiar de la misma, aunque hay que ser precavido ante el uso que se haga de ella en esta sociedad donde el fin último no es el bienestar, la igualdad y la erradicación de las injusticias.
¿Es tecnófoba la mujer?
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Se observa en algunas mujeres (especialmente mayores) resistencias a las tecnologías que ellas mismas verbalizan y reconocen: la máquina es mala, es fría, es aburrida, o bien, yo no sirvo, no soy capaz, es muy difícil. Esto trae parejo la pérdida de autoestima y confianza de muchas mujeres en sus propias posibilidades, y el rechazo al ordenador.

La tecnología, y en especial la informática, estaba (y sigue estando) cargada de valores androcéntricos que de manera indirecta han dificultado la participación y presencia de las mujeres, alimentando el mito de la supuesta tecnofobia femenina.
Muchas mujeres comentan que las bromas sexistas, los juegos para ordenador que presentan a las mujeres como objetos sexuales y otras conductas ofensivas las desalientan a hacer uso de esta tecnología. (Veáse la campaña no oficial de firefox).
Muchas no se sienten bienvenidas en las facultades técnicas o en los departamentos de informática (82% de hombres): entrar en recintos extremadamente masculinos propicia que algunas mujeres rechacen la informática como futuro profesional.
Este hecho se hallaría en consonancia con la estereotipación de determinadas profesiones, así como en general de la tecnología. Esta ha sido vista tradicionalmente como una cuestión de hombres, no se ha ofrecido una imagen feminizada de la profesión.
Contrasta con el hecho de que se produce en una profesión muy reciente, en un contexto tendente a reducir las discriminaciones en materia de género, y además, basada en una máquina cuya principal característica no es la fuerza, que es lo propio de las máquinas industriales del siglo XIX y XX, metafóricamente asociadas a lo masculino. En todo caso, también se podría apelar, en el caso del ordenador, a otro de los estereotipos del varón: el predominio del razonamiento lógico-abstracto.
La tecnofobia como tal no es inherente a la mujer, de la misma forma que la tecnofilia no lo es de los hombres.
La mujer nunca ha sido ajena a la tecnología
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La relación de la mujer con la tecnología ha estado vinculada a lo largo de los siglos al espacio doméstico principalmente.
Resulta paradójico que las nuevas tecnologías domésticas, no han producido una redistribución de las tareas domésticas como tampoco una reducción significativa de la carga de trabajo y/o del tiempo dedicado por mujeres y hombres. Es decir, las mujeres han adquirido competencias y habilidades aprendidas en su manejo pero que no tienen un reconocimiento o valoración en el ámbito productivo.
Por otro lado, las mujeres han estado habitualmente en contacto en los ámbitos de producción primarios más básicos y mecánicos: han usado siempre aperos de labranza, han sido tejedoras, más adelante han introducido datos, fueron las encargadas de cifrar los mensajes en los primeros ordenadores de la 2ª guerra mundial. Es decir, han usado la tecnología desde siempre, sin embargo nunca han estado en la toma de decisiones.

Estereotipos
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Los estereotipos, los clichés mil veces repetidos, hacen mella en la mujer; han impedido el florecimiento de modelos de mujer y ha desembocado en una pérdida de interés que conlleva en muchos casos a la autoexclusión del sector tecnológico.
Sin embargo, el verdadero motivo de su desapego a la informática, pasa más por su falta de necesidad (no lo usa en el trabajo) y por su falta de tiempo (tampoco lo usa para el ocio, en casa).
¿Qué se puede hacer para evitar la tecnofobia?
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Es posible identificar, para luego revertir, los mecanismos culturales y estereotipos sexistas que facilitan que algunas mujeres se inhiban ante la máquina y el ciberespacio.
- Es precisa la alfabetización tecnológica y digital de las mujeres.
- Se debe incidir en el factor educacional, así como crear un ambiente pedagógico consciente de la perspectiva de género.
- Adaptar los contenidos y usos de las TIC a las necesidades actuales de la mujer evitando la ausencia de necesidad que provoca que muchas mujeres no se interesen por el tema.
- Aproximar la tecnología a las mujeres, crear empatía entre unas y otras.
- La mujer debe reelaborar su relación con la tecnología -tradicionalmente vinculada a la máquina y al varón; no debemos silenciar esta asimilación de tecnología con masculinidad (véase también el caso de los coches, videojuegos...) que impide que la mujer se apropie de la tecnología.
- Podemos mostrar que la tecnología no es (sólo) un área para muchachos, sino que se puede ser mujer y al mismo tiempo una especialista en tecnología y llegar a puestos de dirección.
- Debemos animar a que la mujer sea productora de software, participe en las comunidades de desarrollo, foros técnicos, etc.
- Del mismo modo, debemos animarlas a sentarse detrás del teclado a dejar sus opiniones en bitácoras y en foros de debate.
Conclusiones
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El estereotipo tecnófobo simplifica y generaliza la problemática de la brecha digital de género. Ciertamente mujeres y hombres participamos de las TIC y del ciberespacio, pero lo seguimos haciendo de forma desigual.
En definitiva, la inclusión real de la mujer en la Sociedad de la Información (aunque no en términos de equidad) es un hecho que invalida el mito de la tecnofobia.
Fuentes consultadas:
- Grupo de trabajo “Género, Mujeres y Sociedad del Conocimiento” del Observatorio para la Cibersociedad.
- “Voz y presencia en la Sociedad de la Información” de Carmen Castro García.