Hoy, más que nunca, se advierte que la pobreza tiene rostro femenino. El 70% de los pobres de la Tierra son mujeres, y gran parte de ellas están condenadas a trabajos mal remunerados, como la economía doméstica, la agricultura de subsistencia, o se ven abocadas a la inmigración o la prostitución por la simple supervivencia, de ellas o de ellas y sus hijos. Cada vez son más los hogares monoparentales encabezados por mujeres, cifra que en algunos países del tercer mundo llega al 50%, y el número sigue creciendo, por factores como divorcios, viudez, abandono, guerras, los nacimientos fuera del matrimonio y, sobre todo, la idea de que los niños son responsabilidad de la mujer. Considerando esto último, habría que contar también los hogares donde la mayor parte del trabajo lo realizan las esposas, sobre todo en el campo. En total, las mujeres poseen el 10% de los recursos mundiales, aunque realizan las dos terceras partes de las horas de trabajo.
Dos tercios de los analfabetos del planeta son mujeres y niñas, medio millón de mujeres mueren cada año durante el embarazo o el parto, hay más mujeres que hombres infectadas de SIDA. Y esta miseria y esta falta de instrucción se trasmite a las hijas que muchas veces tienen que abandonar la escuela y a ocuparse de sus hermanos y hermanas mientras sus madres trabajan.
Y seguimos con las cifras: más del 80% de los agricultores en África son mujeres; más del 40 por ciento de las mujeres de África carece de acceso a la enseñanza básica. Si la mujer recibe un mínimo de educación, simplemente el equivalente a una enseñanza primaria, aumenta en un 50% las posibilidades de recibir adecuados cuidados perinatales, de vacunar a sus hijos, reduce a la mitad la posibilidad de contraer enfermedades como el sida. Una niña que puede ir a la escuela tendrá muchas más posibilidades de salir de la pobreza: tendrá menos hijos, y más tarde, mejorará su alimentación y su salud. Además, al conocer mejor sus derechos participará en la toma de decisiones de su comunidad. Un ejemplo de mejora de las condiciones de vida de estas mujeres, y no solo en su papel de amas de casa y madres, son los proyectos de microempresarias en comunidades empobrecidas. Organizaciones de todo el mundo, ayudan con pequeños créditos a que las mujeres puedan comenzar una actividad profesional. Casi el 80% de los microcréditos concedidos han tenido como beneficiarias a mujeres y 42 millones de familias en todo el mundo han salido de la pobreza extrema. Estos microcréditos se conceden mayoritariamente, cuando no exclusivamente, a mujeres, y estas los devuelven en prácticamente todos los casos, al tiempo que las pequeñas empresas que montan funcionan perfectamente.
Es por lo que la educación, la sanidad y los microcréditos son la mejor ayuda que los países desarrollados podemos prestar a los países pobres.
Y seguimos con las cifras: más del 80% de los agricultores en África son mujeres; más del 40 por ciento de las mujeres de África carece de acceso a la enseñanza básica. Si la mujer recibe un mínimo de educación, simplemente el equivalente a una enseñanza primaria, aumenta en un 50% las posibilidades de recibir adecuados cuidados perinatales, de vacunar a sus hijos, reduce a la mitad la posibilidad de contraer enfermedades como el sida. Una niña que puede ir a la escuela tendrá muchas más posibilidades de salir de la pobreza: tendrá menos hijos, y más tarde, mejorará su alimentación y su salud. Además, al conocer mejor sus derechos participará en la toma de decisiones de su comunidad. Un ejemplo de mejora de las condiciones de vida de estas mujeres, y no solo en su papel de amas de casa y madres, son los proyectos de microempresarias en comunidades empobrecidas. Organizaciones de todo el mundo, ayudan con pequeños créditos a que las mujeres puedan comenzar una actividad profesional. Casi el 80% de los microcréditos concedidos han tenido como beneficiarias a mujeres y 42 millones de familias en todo el mundo han salido de la pobreza extrema. Estos microcréditos se conceden mayoritariamente, cuando no exclusivamente, a mujeres, y estas los devuelven en prácticamente todos los casos, al tiempo que las pequeñas empresas que montan funcionan perfectamente.
Es por lo que la educación, la sanidad y los microcréditos son la mejor ayuda que los países desarrollados podemos prestar a los países pobres.
1 comentario:
bno no me gusta lo de que por ser pobre son feas .......
i lo unico que importa es que son mujeres de verdad que afrontan sus problemas pero vosotros teneis que acer algo ssabes que es aplicar darles 1 euro o 2 se ganara la vida primero empezaran i compraran por ejemplo algo para el huerto despues eso lo venderan i os devolveran el prestamo i esas mujeres ja no seran pobres seran normales como todo el mundo i ademas oneos en su lugar que ariais?¿ no lo sabeis por que no lo ais vivido pero si l vivis os dolera un mogollon a demas me gustaria alludarlas por que llo soi una niña con muxa fe que lo que me propongo lo aconsigo pero sin dinero no ai vida osea que adelante bueno leer el comentario i quiero que reflexioneis !!!
un saludo pa aquellas personas que piensn igual que llo i que les iporta to lo malo i lo bueno las queestas en la pbresa i las que estan en esta cituacón!!!!!!!!
os deso muxa suerte dew!!!!!!$$$$()?¿¨¨{{}ç^```````dew sois lo +
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