domingo, abril 22, 2007

Los niños con los niños, las niñas con las niñas I

Así como a día de hoy he escuchado otra vez la famosa frasecita: “pero los niños son más nobles”. Reconozco que como secuela necesaria de mi comentario, quizá igualmente tópico, en una situación más que habitual para unos padres de niños pequeños, que es intentar tomar unas cervezas en un plácido y soleado mediodía de domingo: “Las niñas se entretienen mucho más, las niñas son mucho más tranquilas”.
Ciertamente, el cerebro del hombre y el de la mujer tienen sus diferencias, y es lógico que estas se hagan evidentes desde la más tierna infancia. Pero, realmente... ¿los niños son más nobles que las niñas? ¿qué quiere decir, exactamente, “noble”?
Según el dicionario de la RAE, quiere decir, exactamente esto:

1. adj. Preclaro, ilustre, generoso.
2. adj. Principal en cualquier línea; excelente o aventajado en ella.
3. adj. Dicho de una persona o de sus parientes: Que por su ilustre nacimiento o por concesión del soberano posee algún título del reino. U. t. c. s.
4. adj. Singular o particular en su especie, o que aventaja a los demás individuos de ella.
5. adj. Honroso, estimable, como contrapuesto a deshonrado y vil.
6. adj. Quím. Dicho de un cuerpo: Químicamente inactivo o difícilmente atacable; p. ej., los gases como el helio y el argón, o los metales como el platino y el oro.
Claro que diciendo que “los niños son más nobles que las niñas” no queremos decir, o no quieren decir quienes lo dicen, que las niñas no son susceptibles de considerarse preclaras, ilustres, singulares en su especie, honrosas, ni mucho menos químicamente inactivas o difícilmente atacables (¿o sí? Leyendo las dos últimas gloriosas sentencias judiciales de Valladolid y Tenerife empiezo a desviarme de esta certidumbre). Pero la RAE no dice más. No explica esa generalizada acepción que se le da a la palabra noble en el contexto que comentamos, y que supone considerar “noble” (no U. t. c. s.) como “que no tiene o parece tener doblez en sus actuaciones e intenciones”.
A mi modo de ver, esto es “muy fuerte”. No que a los niños se les suponga esta nobleza, no, por los dioses que sean, sino que, al atribuirse esa cualidad al niño, se prive a la niña de ella (es decir, se la supone hipócrita y retorcida). Los niños (léase plural genérico, arroba, barra o lo que sea) son “nobles” en cuanto que la infancia es, o ha sido hasta ahora, sinónimo de “inocencia”. La palabra “inocente”, aunque ha derivado en nuestra lengua incluso a su uso como sinónimo de discapacitado psíquico (
Cándido, sin malicia, fácil de engañar. U. t. c. s. ; adj. coloq. ignorante), no tenía en su origen un significado peyorativo: como provieniente del latín “in-noceo” su significado es “que no causa daño” (4. adj. Que no daña, que no es nocivo). Y de esa “nobleza”, creo yo, participan igual los niños que las niñas. Otra cosa es que los padres y las madres los eduquemos de distinta forma.

(continuará, y agradecemos vuestras aportaciones)

3 comentarios:

Suse Kew dijo...

Totalmente de acuerdo... la sabiduría popular es realmente sabiduría, o una tremenda ligereza? Tristemente, muchas veces lo segundo. Me temo que muchos de los que utilizan estas expresiones no reflexionan lo más mínimo acerca de lo que pronuncian. Lo hacen porque repiten lo que oyen de sus venerados acianos (muchas veces igualmente ignorantes o criados en una cultura algo retrógrada).

De todas formas no sé por qué tengo la impresión de que cuando he oído esa expresión ha sido siempre de la boca de personas incultas o irreflexivas (¿puedo decir "populacho" aquí sin que suene políticamente incorrecto?).

anais dijo...

hace poco escuche de boca de una mujer: " las mujeres somos mucho peor que los hombres". no se bien a que se referia el comentario tan peyorativo pero con mujeres como esta mal vamos. con mujeres como esta no nos hace falta ningun hombre que nos insulte. quiero creer que es fruto de la ignorancia.

Ana Echarri dijo...

La mujer tonta, la mujer quejica, la llorona; o la bruja, retorcida, mujer fatal.

Pero también, el hombre noble, fuerte y valeroso; el duro, que no llora, que siempre sabe que hacer...

Desde muy chiquitines esos tópicos se repitan sin cesar, bien sea sutilmente o de una forma totalmente evidente; lo repiten tanto hombres como mujeres,tanto gente culta como sin estudios.

La genética nos hace diferentes; pero..., ¿cuánto pesa la educación?.