miércoles, julio 16, 2008

Carta a un maltratador

Damos a conocer el texto elaborado por Fernando Orden Rueda, alumno de 2º de Bachillerato, de Ciencias de la Salud del IES Bioclimático, de Badajoz. II Premio del II Concurso Nacional ‘Carta a un maltratador’, convocado por la Asociación ‘Juntos contra la violencia doméstica’.
Es importante que el alumnado participe con este tipo de escritos y reflexiones que ayuden a cambiar la realidad que día a día nos abruma. Raro es el día en el que no aparecen referencias a la violencia de género en los medios de comunicación. Hoy llegan dos noticias: un intento de quemar a una mujer y otra sobre el estrangulamiento "fallido" de otra mujer.

Para ti, cabrón: Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado... porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras... Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu ‘método de disciplina’ intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría.
Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.

Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.

Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para tí, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.

Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Juana! Soy Desiree Castro. Te acuerdas de mi? Fui alumna tuya hace mas de 15 años, del 91 al 95. Fuiste mi profesora de literatura los cuatro años que estuve en el Azahar.
Hoy por casualidad he descubierto el blog del instituto y he visto tu nombre.Que emocion!
Me encantaria saber como estas (aunque ya veo que bien y ocupada con el "tuto").
Yo me case hace casi 6 años y hace uno que vivo en Irlanda con mi marido. Vivir en el extranjero siempre fue mi sueño y al fin lo consegui.
Queria que supieras que si, a pesar del paso del tiempo y de los vaivenes de la vida, sigo siendo una mente inquieta, un "culo de mal asiento" e incluso una incomprendida algunas veces, es en gran parte gracias a ti y a mis años en el Azahar.
Con mucho cariño,
Desiree

Juana G. Linares dijo...

¡Qué alegría, Desirée, saber de ti! Es curioso que te hayas tenido que ir a Irlanda para que entremos en contacto. Siempre que veo a Alberto pregunto por ti pero él tampoco sabía nada. Si quieres escríbeme al correo y hablamos más a fondo. Me encantaría retomar el contacto.

Anónimo dijo...

¡Hola!

Yo soy alumna de 2º de bachillerato y estoy haciendo un trabajo(Treball de Recerca) sobre la violéncia doméstica. Mi tutora del trabajo hoy me ha dado esta carta,la que escribió este alumno.
Me ha gustado mucho, en el sentido que está muy bien elaborada y transmite muy bien el mensaje. Esta carta llega al fondo de los sentimientos.
Con esta carta me he acordado de mi tía(víctima durante 7 años de violéncia doméstica) y de mis primos.

Espero que la gente se conciencie y algún día tanto hombres como mujeres podamos disfrutar de los mismos derechos.

¡Ah! Y estoy al 100% a favor con la realización de este tipo de concursos.

Por cierto,me ha hecho gracia que hayas vuelto a saber sobre una ex alumna tuya.¡Qué bonito que es el aprecio entre alumnos y profesores! (si hay buen rollo,claro jeje).
Ojalá pudiera encontrar yo a una ex profesora mía del año pasado...

¡Sigue poniendo textos así de buenos!

Saludos

Laia