La persistente lluvia de estos días reduce nuestro ritmo de vida y nos anima a acurrucarnos, a replegarnos, a refugiarnos de la intemperie, a mirar más despacio las cosas de nuestro entorno, a observar, desde el cálido refugio de nuestro interior, el transcurrir del tiempo en otros lugares del mundo. Leo el periódico y un titular me lanza un puñetazo brutal a la boca del estómago. No es la primera vez que este tipo de noticias me conmociona, quizás sea por el llanto que golpea los cristales de mi ventana, quizás porque me despojé de mi traje de fortaleza ¿o quizás de indiferencia? con el que diariamente me visto.
La noticia es, una vez más, la lapidación de una mujer acusada de adulterio en Somalia. Pero en este caso era una niña de catorce años, violada por tres hombres del clan más poderoso de la región. Una niña, Asha Ibrahim Dhuhulow, nacida en un campo de refugiados de Hagardeer, la última de trece hermanos (seis hermanos y seis hermanas), epiléptica, por lo que fue enviada por su familia a Mogadiscio con su abuela para ser tratada médicamente. En el camino se encontró con la guerra y atrapada por tres hombres fue violada. Tras denunciar a sus violadores, los familiares de los mismos la acusaron ante el Tribunal Islámico por extorsión y más tarde de adulterio, de mantener relaciones sexuales sin estar casada.
El pasado lunes las autoridades anunciaron que una "prostituta, bígama y adúltera de 34 años" iba a ser lapidada en el estadio de fútbol de Kimbayo. Cuando algunas de las mil personas que acudieron vieron a una niña aterrada con signos de perturbación mental, probablemente en pleno ataque epiléptico, intentaron impedir la ejecución. Los milicianos integristas abrieron fuego contra la multitud. Mataron a un niño y seis personas más resultaron heridas.
Luego cincuenta hombres rodearon a Asha, la cubrieron con un capuchón y le arrojaron piedras hasta acabar con su vida.
Mientras me sobrepongo del puñetazo de la noticia, mientras miro a mi cálido y confortable alrededor, ha dejado de llover; las nubes abren unos claros de azules luminosos y los rayos del sol van secando los charcos, pero mi vista se enturbia, se curva y tiembla y las lágrimas trazan surcos profundos en mi rostro.
La noticia es, una vez más, la lapidación de una mujer acusada de adulterio en Somalia. Pero en este caso era una niña de catorce años, violada por tres hombres del clan más poderoso de la región. Una niña, Asha Ibrahim Dhuhulow, nacida en un campo de refugiados de Hagardeer, la última de trece hermanos (seis hermanos y seis hermanas), epiléptica, por lo que fue enviada por su familia a Mogadiscio con su abuela para ser tratada médicamente. En el camino se encontró con la guerra y atrapada por tres hombres fue violada. Tras denunciar a sus violadores, los familiares de los mismos la acusaron ante el Tribunal Islámico por extorsión y más tarde de adulterio, de mantener relaciones sexuales sin estar casada.
El pasado lunes las autoridades anunciaron que una "prostituta, bígama y adúltera de 34 años" iba a ser lapidada en el estadio de fútbol de Kimbayo. Cuando algunas de las mil personas que acudieron vieron a una niña aterrada con signos de perturbación mental, probablemente en pleno ataque epiléptico, intentaron impedir la ejecución. Los milicianos integristas abrieron fuego contra la multitud. Mataron a un niño y seis personas más resultaron heridas.
Luego cincuenta hombres rodearon a Asha, la cubrieron con un capuchón y le arrojaron piedras hasta acabar con su vida.
Mientras me sobrepongo del puñetazo de la noticia, mientras miro a mi cálido y confortable alrededor, ha dejado de llover; las nubes abren unos claros de azules luminosos y los rayos del sol van secando los charcos, pero mi vista se enturbia, se curva y tiembla y las lágrimas trazan surcos profundos en mi rostro.
1 comentario:
Una verdadera salvajada...Cuando supe de la noticia, antes de conocer los detalles, supuse que era una pober mujer víctima de violación.
Si una chica es violada en determinados países y pretende denunciar, necesita llevar cinco varones como testigos (¡¡¡...!!!)
Si no es así, se arriesga a que, si el denunciado es hombre influyente, sea denunciada por adulterio.
Así las cosas... ¿Qué mujer se atrevería a denunciar?
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