sábado, octubre 27, 2007

Teodora y Justiniano


En el año 476 dC desapareció definitivamente el Imperio Romano de Occidente, con la deposición de su último emperador. Este acontecimiento apenas tuvo eco en Constantinopla, capital del Imperio en Oriente, en aquella época verdadero centro cultural y político de Europa y, junto con Antioquía y Alejandría, del cercano oriente.

Poco después de esta fecha ascendió al trono Justino, tío del más grande de los emperadores de Constantinopla, Justiniano. Fue un hombre culto, hablaba latín, era estudioso, apasionado por los problemas teológicos, inteligente, ambicioso, pero encontró una difícil situación política y social, que enderezó gracias a su habilidad y a la de su esposa, Teodora, con la que contrajo matrimonio en contra de la opinión de todos sus allegados.

No era en todo caso extraño que un emperador o miembro de la familia real se casara por amor, que una mujer en las mismas condiciones tuviera influencia y capacidad de decisión y fuera tratada en igualdad de condiciones que sus compañeros varones. Estas mujeres tenían acceso a la instrucción y a la cultura.

Pero Teodora no procedía precisamente de una familia noble. Hija de una familia circense, actriz e incluso prostituta ella misma, cautivó a Justiniano por su inteligencia y su belleza (durante el gobierno de Justino se había permitido el matrimonio entre personas de clases sociales diferentes y legalmente, no hubo, entonces, inconvenientes, sino por el contrario, a pesar de las críticas, tuvo como consecuencia atenuar en los hechos, las diferencias de clases). Unidas estas virtudes a un extaordinario valor y sangre fría, supuso un apoyo fundamental para Justiniano I y se dice que ella misma dirigía al general Belisario en las batallas difíciles y que contaba con un gran poder político. También fue ella, y no un titubeante Justiniano, la se decidió a aplastar la rebelión de Niká.

Gran legisladora, se encargó de dictar diversas leyes de corte feminista que ampliaron notablemente los derechos de la mujer.

  • Promulgó la primera ley sobre el aborto que se conoce.
  • Mejoró las leyes que regulaban el matrimonio.
  • Protegió del castigo al adúltero o la adúltera igualmente.
  • Permitió el matrimonio libre entre clases sociales, razas o religiones.
  • Permitió que la mujer se pudiera divorciar libremente.
  • Instauró la pena de muerte por violación.
  • Reglamentó los burdeles para evitar abusos debiendo estar regentados por las propias mujeres. y prohibió la prostitución forzada.

    Estas reformas hacían buena falta. La situación de la mujer en Bizancio era peor que en el occidente cristiano. Para las que no nacían de familia noble no había instrucción, ni otra salida que la iglesia y los baños públicos, totalmente veladas y acompañadas. A partir de los 12 años estaban listas para ser entregadas en matrimonio, concertado por sus padres.
    Las bizantinas vivian en tan extremada sumisión, que no podían siquiera presentar una demanda legal para defenderse de posibles atropellos. Si enviudaban, debían solicitar tutor para sus hijos. Si cometían falta moral se las apaleaba, rapaba y recluía en conventos de por vida. El adulterio no era sancionable para el varón, sí para la mujer.
    Murió de cáncer unos años antes que Justiniano, y, a pesar de su pasado nada dudoso, fue proclamada santa por la iglesia ortodoxa.

1 comentario:

Juana G. Linares dijo...

Extraordinaria mujer. ¡Qué curiosa vida que termina en "santa" por parte de la iglesia!.