lunes, septiembre 01, 2008

Sei Shônagon

Una por una

Volvemos tras el paréntesis vacacional de agosto y no podemos dejar de señalar la escalofriante cifra de mujeres asesinadas (8) en este mes. Las frías estadísticas confirman una vez más una constante: las vacaciones de verano agudizan las tensiones familiares y aumenta el número de agresiones con resultado de muerte, según el Delegado de Gobierno para la Violencia de Género Miguel Lorente.

Las víctimas no responden a un perfil determinado: son mujeres de diversas edades, diferentes provincias: Girona, Barcelona, Asturias, Salamanca, Álava, Tenerife, Valencia, Madrid, e incluso distintas nacionalidades.

A esta cifra hay que añadir la muerte de un hombre a manos de su mujer tras una pelea entre ambos y otro el ex novio de una mujer, al parecer asesinado por la nueva pareja de la mujer.

En cualquiera de los casos son consecuencia de una incapacidad para resolver de manera pacífica los conflictos en una pareja. ¿Cuántas mujeres han de perder la vida aún antes de que este problema se resuelva? ¿Cuánt@s hij@s seguirán aprendiendo diariamente en sus casas que la violencia es la única manera de resolver los problemas? ¿Es suficiente la existencia de la Ley de Igualdad para acabar con estas muertes?

Hoy, para recuperar el nombre de tantas víctimas, traemos a una mujer de tierras lejanísimas, Japón, y de un tiempo aún más lejano, el siglo X, dama de compañía de la Emperatriz Fujiwara no Sadako, durante la era Heian. Se trata de SEI SHÔNAGON

Sei Shônagon no es un nombre sino un apodo por el que se conocía a Kiyohara Akiko, autora de El Libro de la Almohada, diario íntimo de una mujer que utiliza la escritura para rescatar aquellos momentos de la vida que son eternos, intemporales y que saltan las barreras del tiempo y de las culturas.

La obra es una relación de temas agrupados en listas como:

“cosas encantadoras” “Una niña a la que están cortando los cabellos como a una monja, de manera que los ojos quedan cubiertos, despeja su cara sin usar las manos, inclinando su cabeza a un costado pues quiere ver algo. Realmente encantador.”

“cosas que emocionan”: “Una noche que espero a mi amante, al escuchar el ruido de la lluvia en mi puerta y el golpeteo del viento, sin motivo y de repente me sobresalto”.

“cosas que no pueden compararse”: “Cuando una ha dejado de amar a alguien, siente que el otro se ha transformado en una persona distinta, aun cuando no haya cambiado”.

Anochece: “Anochece y apenas puedo seguir escribiendo. Sin embargo, me gustaría dejar terminadas mis notas por completo, haciendo un último esfuerzo.

Escribí estos apuntes sobre todo lo que vi y sentí, en mi habitación, pensando que no iban a ser conocidas por nadie. Aunque mis anotaciones son triviales y sin importancia, podían parecer malintencionadas e incluso peligrosas a otros; por eso he tenido cuidado en no divulgarlas. Pero ahora me doy cuenta de que, así como inevitablemente brotan las lágrimas, según dice el poema, del mismo modo estas notas dejarán de pertenecerme.

Un día, el ministro del Centro entregó a la Emperatriz una pila de cuadernos. La Emperatriz me preguntó:"¿Qué se podría escribir en ellos? El Emperador ya está redactando los Anales de Historia". Entonces yo le contesté: "Si fueran míos, los usaría como almohada". La Emperatriz me dijo: "Entonces, quédatelos", y me los dio.”

Comencé a llenarlos con el relato de rarezas sobre hechos del pasado y toda clase de asuntos. Llené una enorme cantidad de hojas. En mis notas hay muchas cosas incomprensibles. Si hubiera elegido temas que las demás personas consideran interesantes o espléndidos, o si hubiera escrito poemas sobre árboles, plantas, pájaros o insectos, los otros podrían juzgar mis escritos, tendrían derecho a afirmar "conocemos sus sentimientos". En otras palabras, la crítica sería admisible.

Pero mis notas no son de esta clase. Escribí para mi propio entretenimiento, y apunté únicamente lo que sentía. Nunca esperé recibir, sobre estos escritos casuales, comentarios tan importantes como los que se dedican a notables libros de nuestro tiempo. Me sorprendo cuando escucho cómo los lectores aseguran que se sienten apabullados ante mi trabajo. Pero es natural que actúen así: conozco la mentalidad de aquéllos que hablan bien de lo que detestan, y critican lo que les gusta. Por eso todavía lamento que hayan leído mi libro".

¿No os parece realmente actual?

1 comentario:

Ana Echarri dijo...

Si que tienes razón Juana, los tiempos de vacaciones en vez de unir desunen. Que pena!!!

Y la lista de cosas de Sei Shonagon me ha recordado un montón a uno de los libros de Borges.

Saludos