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Elena nació en Granada, e 1907 en una familia de talante progresista. Su padre fue catedrático de Ginecología. Elena estudió Magisterio y se licenció en Filosofía y Letras en 1938. En 1942 accede al cuerpo de Bibliotecas, Archivos y Museos y residió en Huelva, Sevilla (en el Archivo de Indias) hasta que volvió a Granada. Elena Martín Vivaldi es la poeta granadina más conocida de todos los tiempos. Su obra poética está ampliamente difundida a través de revistas literarias, habiendo sido incluidos muchos de sus poemas en antologías y traducidos para publicaciones extranjeras.
Representa, para algunos, el punto de enlace entre la generación del 27 y todos los movimientos posteriores (Antonio Carvajal, Luis García Montero, Rafael Juarez, Javier Egea, Luis Muñoz, ...). Para Gallego Morell, "Elena Martín Vivaldi pertenece a una Andalucía poética que no va a remolque de Alberti o de Lorca, sino que enhebra con el aliento de Juan Ramón Jiménez y de Salinas después y de Bécquer antes"...
Pero su poesía, de acentos íntimos y profundos, de intenso lirismo y honda tristeza, que se expresa en el lenguaje de una naturaleza sentida, interiorizada, de otoños, de lluvia, de árboles...no puede adscribirse con rotundidad a ninguno de los movimientos literarios conocidos. En sus primeras creaciones, se manifiesta ya esa especial sensibilidad poética que se expresa en un lenguaje claro y preciso, no exento de formas cotidianas, a través del cual nos hace partícipe de su sentimiento íntimo: Escalera de luna, de 1945, El alma desvelada, de 1953, y Cumplida soledad, de 1958.
En Materia de esperanza, de 1968, el eje poético es el dolor interno por la maternidad frustrada.
Reconciliada con la soledad profunda del alma sensible, abre la puerta a una variedad temática más rica en matices y, por tanto, en acentos poéticos, alcanza con este poemario la perfección expresiva. Después vendrán títulos como: Y era su nombre mar, y Nocturnos, de 1981.
Su obra poética completa se publicó bajo el título Tiempo a la orilla, en 1985.
Aunque su trayectoria poética está marcada por la indagación de los sonidos de la soledad, la poesía de Martín Vivaldi no es en absoluto pesimista, sino que insta al ser humano a acentuar las formas de sentir, con la voracidad de quien no quiere perderse nada del mundo. Para lograr la perfecta comunión con el tú poético, el yo lírico se despliega en miles de fórmulas métricas, desde las más tradicionales a las complejas, pasando por el versolibrismo tan caro a la generación poética en la que Martín Vivaldi desarrolla su labor.
Este legado humano y poético que la poeta granadina nos ha dejado obtuvo en vida merecido homenaje. Así, en el II Encuentro de poetas andaluces de 1982, su nombre fue aclamado como el de maestra indiscutible de las generaciones posteriores a la suya.
En 1988 recibió el nombramiento de Hija predilecta de Granada. Fue, así mismo, galardonada con la medalla de la Real Academia de Bellas Artes de Granada. Pero, sin duda, el mejor homenaje que se le puede hacer a Elena Martín Vivaldi es revivirla en la lectura íntima y sosegada de sus versos, aprendiendo de ella no sólo la maestría poética, sino también de su bagaje humano inmenso.
Elena Martín Vivaldi falleció en 1997
POR TU SILENCIO AZUL
Tú, luna, si me hablaras,
si debajo de tu corazòn frìo
tuvieras, libre, un alma.
Si dentro de tu silencio azul
palpitaran palabras encendidas,
a mi vencida sangre despertando.
Si tus pasos dejaran una senda
y un marcado camino
para escapar al mundo de lo incierto.
Ay, luna, si llegaras,
luz de errante desvelo,
hasta mi casa.
Si abrieras los balcones de la noche,
y entre escalas de aromas
tus manos me tendieras.
Si olvidando tu ciega indiferencia,
llenaras a mis ojos de esos verdes
paisajes, donde tienes
escondido el secreto de tu llama.
Ay, luna, siempre luna,
por tu ventura inmòvil,
inùtilmente lluna de mi llanto.
Si tu me oyeras, luna!